La sangre que sale del corazón hasta todos los tejidos del cuerpo lo hace a través de las arterias y, en su viaje ejerce una fuerza sobre las paredes arteriales que se puede medir: la presión arterial. Ésta tiene dos valores, uno máximo (sistólico) que se genera con la contracción del corazón y uno mínimo (diastólico) que se mide entre las contracciones o latidos del corazón.
Se considera valor óptimo de máxima (sistólica) hasta 120 (a veces decimos “12”) y de mínima hasta 80 (“8”), y se escribe: 120/80. Cuando los valores son de 140 o más de sistólica y/o 90 o más de diastólica, hablamos de Hipertensión Arterial o Presión Arterial Alta. Estas cifras son aplicables a adultos ya que los niños responden a tablas ajustadas a su edad.
Una persona puede tener presión alta en determinada circunstancia por alguna razón especial (dolor, ira, preocupación, temor, etc.) y no ser hipertensa. Para poner el rótulo de hipertensa a una persona, deberemos haber constatado valores de hipertensión (140/90 o más) en varias y sucesivas tomas con Tensiómetro de Brazo y en condiciones de reposo y tranquilidad.
¿Cuáles son sus síntomas?
Se considera una enfermedad asintomática, es decir, silenciosa lo que genera un muy alto número de personas que, al no percibir síntomas, se creen libres de enfermedad y no se controlan la presión arterial o abandonan el tratamiento.
El sangrado de nariz y la inyección conjuntival (enrojecimiento de los ojos) no se originan por hipertensión arterial y, del mismo modo la cefalea (dolor de cabeza) tampoco está desencadenada por la hipertensión en la gran mayoría de los pacientes. Ahora, si nos tomamos la presión cuando estamos preocupados por el sangrado de nariz o por el dolor de cabeza, lo más probable es que esté elevada en ese momento por la preocupación que estamos viviendo pero no será la causante.
¿Cuáles son sus causas y consecuencias?
La gran mayoría de las veces no se identifica una causa y se la llama Hipertensión Esencial. Es la que presenta el 90 a 95% de las personas hipertensas. El otro 5 a 10% tiene una causa determinada que tendrá distintos orígenes (enfermedad de los riñones, embarazo, problemas de tiroides, etc.)
La presión arterial alta, sin tratamiento, envejece tempranamente a las arterias y genera deterioro en todos los órganos siendo más evidente en cerebro (ACV, demencia), corazón (infarto, insuficiencia cardiaca), riñones (insuficiencia renal).
Existen distintos antecedentes como los hereditarios, mayores de 50 años, antecedente de hipertensión durante el embarazo, post menopausia, tabaquismo, obesidad, alcoholismo, sedentarismo, algunos anticonceptivos, estrés, consumo elevado de sal, consumo habitual de antiinflamatorios no esteroides (paracetamol, ibuprofeno, diclofenac).
¿Cómo prevenirla y tratarla?
Se recomienda realizar actividad física cotidianamente, consumir frutas y verduras frescas (los alimentos conservados contienen mucha sal), disminuir el consumo de sal, abandonar el tabaco, disminuir el consumo de alcohol, mantener peso ajustado a estatura, tomar distancia de las situaciones que generan estress.
A veces alcanza con adoptar costumbres saludables. Otras, hay que agregar medicamentos. En cualquier caso, una vez diagnosticada hay que continuar con un control permanente porque la enfermedad estará agazapada esperando nuestro descuido para aparecer.